RPI (RESACA PILARISTA INFANTIL)
Es posible que mientras lees esto, con tus veintipocos, diecimuchos o veintitantos, pienses que la resaca de estos Pilares haya provocado en ti un deseo de descanso de esto de las Fiestas. Todos hemos soltado eso de “no puedo más, ya era hora de que acabaran los Pilares” después de varios despertares con dolores de cabeza, bocas secas y comidas familiares con la mirada perdida.
Tengo una noticia para ti: no, eso no es nada. No es nada comparado con una buena RPI (Resaca Pilarista Infantil).
En verdad, a mis treintaymuchos y con una hija de dos años, no he pisado el Espacio ZITY, ni la plaza del Pilar más allá de las once de la noche. No he comido un kebab de vuelta a las seis de la mañana y no he tenido que hacer una hora de fila esperando un taxi.
PERO… PERO…
Diario de un padre en Pilares:
Sábado 05 de Octubre: Balma, tras negarse a coger el carrito y demostrándose dispuesta a caminar durante todo el trayecto, decide a los 200 metros de salir de casa que es mucho más cómodo subirse a corderetas a mi espalda (15 kilos) para recorrer los 4km que separan mi casa de Las Armas. Allí, fuimos espectadores de un cuentacuentos en el que duramos 20 de los 50 minutos de historia para salir a por un churro (se le antojó) para después hacer una hora de cola en un pintacaras (3 euros) en el que decidió colorearse la cara de jirafa, la cual se borró con agua nada más llegar a casa.
Domingo 06 de Octubre: Vamos a las Ferias en Valdespartera (en coche, gracias a Dios) con su madre y un par de amigas. Tras comprar el boleto para entrar al tiovivo Balma ve la noria y una sensación de pánico le envuelve. No quiere subirse a la atracción. Le explicamos que el tiovivo no es como la noria, pero el terror ya está dentro de ella. Acabamos convenciéndola y disfruta de las 10 vueltas por 3,5 euros subida en un coche de la patrulla canina. La verdad es que su sonrisa lo merece todo. Su madre y yo nos montamos en “La rana”, como en nuestros mejores tiempos. Pagamos 12 euros por un plato de patatas fritas y 5 euros por cada cerveza.
Lunes 07 de Octubre: Balma, tras negarse a coger el carrito y demostrándose dispuesta a caminar durante todo el trayecto, decide a los 200 metros de salir de casa que es mucho más cómodo subirse a corderetas a mi espalda (15 kilos) para recorrer los 2km que separan mi casa del colegio donde se desarrollará la comparsa de gigantes y cabezudos. A los 500 metros de salir de casa, comienza a llover. Caminamos 20 minutos bajo la lluvia. Nos acercamos a los gigantes y cabezudos, que se resguardan bajo el porche del colegio para no mojarse. Le dan pavor y no quiere acercarse. Esperamos una hora bajo la lluvia a que salgan, con la intención de que quizás, con la música y los bailes, dejen de darle miedo. Finalmente, no salen. Volvemos caminando bajo la lluvia a casa. De camino, pide un zumo. Derrama su zumo sobre los dos. La lluvia no disimula el olor a jugo de piña.
Martes 08 de Octubre: Balma, tras negarse a coger el carrito y demostrándose dispuesta a caminar durante todo el trayecto, decide a los 200 metros de salir de casa que es mucho más cómodo subirse a corderetas a mi espalda (15 kilos) para recorrer los 2,5km que separan mi casa del Pilar. Hacemos una parada técnica para ver un concierto de batukada (que le flipa) y acabamos disfrutando de las Jotas en el escenario de la plaza Hispanidad, con el Pilar de fondo. Comemos unas patatas fritas (son fiestas, no me juzguéis como padre).
Miércoles 09 de Octubre: toca Río y Juego. 20 minutos de coche en los que conseguimos, sorprendentemente, no vomitar. Balma prefiere meter las manos en el estanque destinado a la pesca y empaparse las mangas de agua hasta los hombros que tratar de capturar con la caña (es imposible hacerlo con soltura, hasta yo lo intento sin éxito) las botellas de plástico flotantes. Decide que la única forma de divertirse es adentrarse en la parte dedicada a mayores de 6 años (ella tiene 2) y pasa una hora pintando una puerta de madera. Disfruta de lo lindo. Yo también. Mirarla se convierte en la mejor atracción de estas fiestas.
Jueves 10 de Octubre: hoy nos lo dedicamos a los papis y caminamos hasta las Food Trucks donde pasamos 3 horas bailando al ritmo del DJ (Balma saca sus pasos prohibidos sobre un palet situado a modo de mesa, pero que ella usa como escenario). Comemos un kebab de ternasco, bebemos unas cañas (la niña solo agua, que son Fiestas, pero no nos pasemos…).
Los tres reímos y disfrutamos. Volvemos caminando y pensando que son las 3 de la madrugada, pero descubrimos que son las 10 de la noche. Balma llega dormida a casa. Nos duelen los pies después de 8 horas trabajando, 1 hora caminando y 3 bailando. Merece la pena cada minuto invertido.
Viernes 11 de Octubre: después de un día de teletrabajo, caminamos hasta el Parque Labordeta para disfrutar de la Feria Internacional de Marionetas. Allí, disfrutamos de algún espectáculo gratuito mientras hacemos tiempo hasta el show de luces y música de Disney (alguna vez alguien tendrá que hablar sobre la cantidad de público en este evento en relación al espectáculo mostrado).
Balma insiste en montarse de nuevo en un tiovivo de madera y lo consigue por duplicado. Comemos un Gyros mientras las fuentes suben y cambian de color desacompasadas a la música y Balma pierde el interés muy rápido, centrada en su comida griega para llevar (a mí me pasa lo mismo). Pasamos hasta las once de la noche con unos amigos buscando un concierto al que no alcanzamos a llegar. Balma llega dormida a casa después de dos horas persiguiéndose con una nueva amiga por el parque.
Sábado 12 de Octubre: el gran día se convierte en un paseo de 1 hora con Balma sobre los hombros y bajo la lluvia. Adoctrinamiento pilarista del bueno, recorriendo la ofrenda de principio a fin. Balma le saca a su abuela un globo gigantesco con la forma de Bluey, prácticamente el único personaje de animación que reconoce, junto a Ana y Elsa de Frozen.
Comida familiar en casa.
Por la tarde, cuentacuentos en el barrio de San José. Los mocos y las toses asoman nuevamente en casa, pero la lluvia no detendrá nuestras ganas de pasarlo bien. Mucha fiesta, mucha lluvia. Seguimos resistiendo, pero cada vez se hace más duro. A mí también se me cae la moquita, presagio de un nuevo virus, esta vez con manto y flores.
Domingo 13 de Octubre: Nuevo viaje a Las Armas, de nuevo el pintacaras. Esta vez por 3 euros salimos con la cara pintada de Spiderman, pero en rosa, algo que Balma ha dejado muy claro a la artista desde el inicio. Caminamos hasta la zona del embarcadero, donde comemos el deseado bocadillo de jamón asado, otro clásico de nuestras Fiestas.
De camino a casa, un helado de la Tolosana. Llegamos justo a punto para descansar un poco (primera siesta en todos los Pilares) y correr a plaza de los Sitios, donde volveremos a montar en el tiovivo (dos veces: una en el camión de La Zaragozana, la segunda en una Harley) y subimos por primera vez en la noria de madera. Jugamos con las pompas de jabón y llegamos, por fin, a casa. Cenamos una sopa que restaure un poco nuestras defensas ante lo que se nos viene para el resto de semana.
Cuando por fin, sobre las once de la noche (Balma no ha podido dormirse antes) nos tumbamos su madre y yo en la cama, la espalda nos arde, las piernas nos tiemblan y, al dormir, si bien la cama no da vueltas, el runrún de los grititos infantiles permanece en nuestro cerebro y nos impide conciliar el sueño.
Si antes, hace unos años, el dolor de cabeza era por la deshidratación etílica, ahora es por el acumulado de gritos con tonalidades agudas enmarcado en nuestros oídos. El sueño no es por trasnochar sino por madrugar y el dolor de piernas no es por el baile, sino por las esperas y por las caminatas con sobrepeso acumuladas durante la semana.
En realidad, no repetimos ese “no puedo más, ya era hora de que acabaran los Pilares”. Para ser sinceros, cada sonrisa de Balma ha merecido la pena.
Volveríamos a recorrer esos 4km diarios con ella encima solo por volver a verle la cara al escuchar esa jota, al subir en aquella atracción, al ver a la Virgen con su manto de flores.
¡Que vivan las fiestas del Pilar! Que vivan desde la infancia hasta la vejez. Estas Fiestas son de todos y para todos. Aunque tengamos que sufrir una merecida RPI.
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